En 1882, en un pequeño pueblo del centro de Mallorca llamado Llubí, Jordi Perelló, un carpintero, decidió cambiar de profesión y montar varias destilerías tradicionales.
Tras varios años en esta profesión, cedió las destilerías a sus hijos, Jordi y Antoni Perelló Planas, que decidieron tomar caminos diferentes. Como muchos mallorquines de la época, en 1917 Antoni emigró a Sudamérica y montó la destilería en Mendoza (Argentina). Pero en 1947, su segundo hijo, Antoni Perelló Perelló, reabrió las destilerías en el local de Llubí en el que había empezado su abuelo, que siguió ampliando el ritmo de producción. En 1973 se convirtió en Sociedad Anónima con el nombre de Dos Perellons S.A. (por los dos apellidos)
Hoy, más de 125 años después de su fundación, sigue siendo una empresa artesanal y familiar, dirigida por la cuarta generación y la quinta ya está aprendiendo el oficio para poder continuar con la vieja tradición familiar.