Macerando enebro, pino, romero, limón y un toque de frutos rojos y arándanos.
Hecho con pausa, con corazón, y como tal, debe también degustarse para apreciar todos sus matices, sus sabores, paladeando sus botánicos menorquines con calma, dejándolos macerar en la lengua, que crezcan a su ritmo, que se expresen, que te hablen, que lo sientas.